Jericó (3ª parte de Heredero del Gólem). U.S.E.

7ª entrega de Jericó

   Durante su reclusión en la cámara hiperbárica Fátima sólo recibió las visitas de su madre. El desfile de los miembros de la Red empezó con su liberación de la máquina. Ahmed fue de los primeros. La saludó con un par de besos y un gran ramo de flores. Fátima se extrañó de tanta efusividad. Ahmed no se caracterizaba por su sensibilidad.

    —¿Has cambiado de opinión y ahora que he perdido un brazo piensas que sí soy tu tipo? —ironizó después de responder a su saludo.

   —Lo dije bromeando. Siempre te he considerado atractiva —le dijo al tiempo que agitaba sus brazos y paseaba nervioso por la habitación—. Y, por lo que sé, recuperarás tu brazo.

   —Gracias por el cumplido, pero lo que me animará será recuperarlo.

  —No, no es un cumplido… —de pronto se quedó callado y con la mirada pérdida en el vacío.

  —¿Qué pasa? ¿Ocurre algo que no te atreves a decirme? ¿Te han comentado algo los médicos? ¿Sabes algo que yo no sé?—le preguntó Fátima, al tiempo que su cara reflejaba su miedo.

  —No, no tiene nada que ver con tu salud. Despreocúpate. Y lo que tengo que decirte puede esperar. Debes dedicar todos tus esfuerzos a la recuperación y olvidarte del resto.

 —Será peor que me ocultes lo que ocurre, me obligarás a hacer todo tipo de elucubraciones. ¿Te han dicho algo que hace que mi situación sea… peor? ¿Acaso USE te ha revelado algo?

  —No, USE tampoco tiene nada que ver. Bueno, en parte sí —hizo una larga pausa antes de continuar—. Cómo habrás sospechado, si él no te lo ha dicho ya, fue él el que dio la alarma e hizo que los servicios de urgencia acudieran rápidamente, pero lo que ahora quiero decirte no está relacionado con tu asalto. Bueno, algo sí…

  —Suéltalo ya. Deja de preocuparme y de hacerte el interesante.

 —El tiempo está próximo —comentó con aire misterioso y, por primera vez desde que había entrado en la habitación, se quedó quieto mientras le lanzaba una mirada encendida y abría sus brazos como si estos se hubieran convertido en alas.

  —Explícate mejor. ¿Qué tiempo?

 —USE piensa que dentro de poco se darán las condiciones objetivas para asaltar los cielos y la Red bajo su supervisión tomará el control…

  —Ese no es el lenguaje de USE…

  —No, pero lo que te estoy diciendo es lo que va a ocurrir.

 —No sé a dónde quieres ir a parar. Ahora, yo poco puedo hacer. Y USE no me ha comunicado nada. De hecho, ha respetado al acuerdo al que llegamos y desde que me fui a Canutama no he sabido nada de él, salvo para decirme que fue él el que dio el aviso.

   —Deberías hablar con él. Te confirmaría lo que te estoy diciendo.

   —¿Y qué es lo que quieres?

  —Es necesaria una reforma de las instituciones que democratice la toma de decisiones políticas y económicas en todo el mundo, y, en concreto, en nuestra zona. Somos un reducto, el único lugar que no cobra impuestos por la actividad de los robots. Esa es la única razón por la que se han instalado tantas multinacionales. Eso hace que seamos una de las zonas con mayores diferencias entre nosotros y los excluidos. También explica por qué pertenecemos a una de las zonas con mayor número de vigilantes. Necesitan un ejército para evitar que los excluidos nos invadan. A eso se agrega que el gobierno económico mundial es una entidad que no está obligada a rendir cuentas ante ninguna institución directamente elegida por los ciudadanos, ni siquiera ante los parlamentos. Si conseguimos echarlos crearemos una cámara parlamentaria mundial, formada por representantes de los distintos parlamentos nacionales de acuerdo con criterios poblacionales y territoriales, y, a diferencia de los actuales parlamentos, con verdadera capacidad legislativa y de control político…

    Ahmed se quedó callado con los brazos quietos y mirándola pensativo. De pronto, recobró el movimiento y, al mismo tiempo que recorría la habitación a grandes zancadas, se lanzó de nuevo a un discurso sobre la responsabilidad colectiva de todos los que querían cambiar el sistema, el papel de la Red, el deterioro que ella misma había visto en la selva y terminó, después de mirarla fijamente durante unos segundos, con: «En el momento actual hay quienes escuchan. Pero ¿podemos hacer que los sordos oigan aun cuando no comprendan…?»*, que le recordó a una frase de USE.

    —¿Estás dispuesta a ser de los que comprendan y a incorporarte a este tiempo nuevo? —le dijo, señalándola con el dedo.

    —Creo que sí, pero el primero que debería saberlo es USE. Es quien dirige todo…

   —Sí, es él el que dirige, pero nosotros le somos imprescindibles. El cambio no es posible sin nosotros. Y te incluyo. Tu situación puede hacer que te conviertas en un ejemplo y en una abanderada de lo que nos espera.

    —No me adules. ¿Qué me propones?

    Volvió a quedarse inmóvil durante unos segundos. A continuación dijo algo que Fátima pensó que no había entendido.

    —Sé que los médicos van a utilizar contigo de forma provisional un brazo biónico hasta que te lo sustituyan por uno orgánico. Lo que te propongo es que pidas que te dejen de forma permanente el brazo biónico y no te lo cambies por el orgánico…

    —¡Cómo me pides eso! ¡Yo quiero ser tal y como era antes!

   —Con el brazo biónico harás y sentirás lo mismo que con el orgánico. Y te convertirías en un heraldo del futuro, la representante del hombre que vendrá, mezcla de lo orgánico y lo inorgánico. Serías vista como la intermediaria perfecta entre USE y los hombres. Con mi ayuda te convertirías en una de las líderes del nuevo mundo que se avecina…

   —¡Es horrible! ¡No sé cómo se te ha ocurrido! ¿Qué opina USE? ¿Lo sabe?

   —No se lo he dicho, pero sabiendo cómo funciona seguro que ya conocía lo que te iba a proponer.

   Fátima se echó a llorar.

   —Te estoy proponiendo que te conviertas en todo un símbolo de los nuevos tiempos y eso es algo que no te supondría ningún esfuerzo. Además, yo guiaría tus pasos.

   —¡No lloro por mi brazo! ¡Lloro porque estás pensando en utilizarme para conseguir aumentar tu influencia sobre los demás! ¡Y porque en ningún momento has pensado en mí ni en los demás! ¡Quiero que me dejes tranquila! ¡Quiero que te vayas!

    Fátima le dio la espalda a Ahmed.

   —Piénsatelo. Disfrutarías de una posición que nunca has tenido… —le dijo antes de abandonar la habitación.

 

*El párrafo  está extraído de la Sura 10 (Jonás), 42 (Corán).

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