A RITMO DE TANGO. ZBIGNIEW RYBCZYŃSKI, Autora: Nuria Pradilla

Supongo que no soy la única que cuando entra en una casa antigua y deshabitada le parece que cada habitación, cada mueble, cada objeto, parece querer contarnos algún detalle de la vida de sus moradores. Las casas son porosas y tienen esa facilidad para absorber las vivencias. Incluso cuando son desmanteladas, todavía pueden guardar mucha información que nos ilustra sobre lo que pudo haber sido el día a día de las personas que las habitaron. Observemos esa mancha alargada en la pared, esa desgastada tarima que solo se mantiene intacta en algunas áreas geométricas, como ese recuadro, cerca de la ventana, donde podemos imaginar la presencia de un sillón de orejas, seguramente tapizado en oscuro, quizás de terciopelo, que se encontrará ya desgastado en los brazos. También, algunas veces, si nos esforzamos, podemos llegar a ver una cabeza ladeada que se deja caer sobre una de las orejas y escuchamos una respiración pausada, que apenas mueve los mechones grises que caen desordenados sobre la frente.

Pero las casas, en su devenir, pueden llegar a alojar a diferentes inquilinos, cada uno de los cuales, normalmente, procura eliminar las huellas de los anteriores, en un vano intento de apropiarse de la esencia de esa vivienda, como si esa entidad, precisamente, no se hubiera forjado a lo largo del tiempo a través de cada una de esas vidas.

Sería interesante poder narrar simultáneamente detalles de la vida de cada uno de los moradores de una misma casa, pero, ¿cómo plasmar esos distintos tiempos en un mismo espacio? En lo literario esto se puede sugerir mediante anacronías, con la alternancia de frases, párrafos o capítulos que pueden ubicar acciones y personajes de diferentes momentos temporales en un mismo lugar. En la narración cinematográfica, para conseguir este mismo objetivo, también se usa ese tipo de recursos, como el flash-back o el flash-forward. Sin embargo, el lenguaje audiovisual también permite, sin recurrir a la alternancia, jugar con la posibilidad de poder unir esos diferentes tiempos en un mismo espacio, por ejemplo, cuando unos personajes están proyectando en el salón de su casa escenas de un momento anterior vivido allí, como puede ser su propia infancia.

Esta idea de la simultaneidad ha sido explorada por algunos cineastas como el polaco Zbigniew Rybczyński, en su cortometraje Tango (1981), que fue premiado con el Oscar al mejor Corto de Animación en 1983. Se trata de una estimulante pieza de ocho minutos donde podemos ver a diferentes personas que van entrando en una habitación en la que desarrollan algunas acciones íntimas o cotidianas. Poco a poco los movimientos van solapándose, y se repiten sin cesar, en bucle, al ritmo de la banda sonora compuesta por Janusz Hajdun a la que se van incorporando algunos de los sonidos que producen las acciones que vemos en pantalla. Lo que llama la atención en esta pieza es la sensación de soledad que transmite esa multitud de personas que actúan como si unas fueran invisibles a las otras en una suerte de coreografía espacial en la que ni siquiera se rozan; como bailarines de diferentes dimensiones temporales convocados en ese mismo lugar, en ese ahora imposible en el que son incapaces de bailar entrelazados. Llega un momento en el que podemos ver a 36 personas reunidas en la pequeña habitación azul hasta que, a un minuto del final, los personajes van abandonando la estancia a la vez que van cobrando más relevancia los sonidos que producen con sus movimientos. Finalmente llegamos al último plano en el que la habitación queda absolutamente vacía, tal como nos la encontramos al inicio.

Para realizar este cortometraje Rybczyński jugó con la tecnología disponible en el momento y tuvo que hacer múltiples superposiciones de los planos de cada una de las acciones con una precisión tal que se evitara que ninguna acción interfiriera en otra.

En 1975, Zbigniew Rybczyński había realizado en el corto New book, una experimentación en la que juega también con el concepto de simultaneidad, pero, en este caso, lo que nos muestra es una pantalla dividida en nueve secciones o espacios urbanos independientes que serán conectados gracias al seguimiento de los personajes que los atraviesan. Así, el cineasta consigue mostrar de forma simultánea nueve fragmentos espaciales consiguiendo que, a través de las acciones de las personas que los transitan, los asimilemos como uno solo.

En esta obra veremos algunos personajes que más tarde aparecerán en Tango, como el hombre de rojo (que nos sirve de guía para recorrer los distintos espacios de izquierda a derecha y de arriba abajo y viceversa) y el niño que juega con la pelota, entre otros.

En Steps (1987), vuelve a experimentar con el tiempo y nada menos que lo hace utilizando la famosísima escena de las escaleras de Odessa de la película El acorazado Potemkin (1925), de Sergei M. Eisenstein.

Rybczyński, en su versión de estas famosas imágenes, nos cuenta cómo un estudio de televisión se propone realizar un experimento —instado por un delegado soviético— y volver a filmar la famosa escena de las escaleras de Odessa, haciendo, además,  participar en ella a ciudadanos estadounidenses seleccionados por una computadora. De esta forma se conectará el pasado (en blanco y negro) y el presente (en color) gracias al uso de tecnologías de última generación, utilizando tanto cámaras de cine como de vídeo y muchos efectos visuales como el chroma key. El resultado, más allá de un alarde técnico, es impactante ya que sitúa a unos turistas observando el drama de la escena con actitud curiosa y despreocupada, como si estuvieran observando los cuadros de un museo y, sin embargo, están allí, al lado de los que están siendo masacrados por los soldados. Se trata de una crítica a la sociedad moderna donde el drama fácilmente se convierte en espectáculo. Sin embargo, el director parece dejarnos un halo de esperanza, ya que en su versión de esta escena, el bebé que rueda por las escaleras no muere si no que sobrevive y se nos muestra a todo color, sonriendo, en los créditos finales.

Con Rybczyński —pionero de la experimentación cinematográfica, en vídeo y en la Televisión en Alta Definición (HDTV)— tenemos la oportunidad de observar cómo el desarrollo tecnológico ha posibilitado también la experimentación en la narración audiovisual, descubriendo los recursos que le son propios y que pueden colaborar a distinguir su forma de narrar de la forma utilizada por otros medios como la literatura.

Para conocer más sobre este autor es recomendable visitar su página web, http://www.zbigvision.com/, donde encontraremos otros detalles interesantes sobre su biografía y su obra.

 

 

(Fotografía de la cabecera: fotograma del cortometraje Tango (1981) de Zbigniew Rybczyński)

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