Si en la anterior crónica bajamos del quinto piso al sótano, en esta descendemos a las alcantarillas. Alcantarillas en las que nos sumerge Horacio Castellanos Moya, y que evidentemente no solo nos van a producir “El asco” (título de la novela), sino «el vómito» que es cómo debería haberla titulado, y cuyo protagonista considera que sigue la estela de Thomas Bernhard, subtitulando la novela “Thomas Bernhard en San Salvador”.
Si bien todos consideramos que el Maestro es insuperable escribiendo poesía, novelas y ensayos, nos falla en cuanto crítico literario. Siguiendo sus sabios consejos en varias sesiones anteriores seleccionamos títulos “aconsejados” por Él y siempre la opinión es que o no le comprendemos o que como crítico nos está engañando.
En esta novela el narrador reproduce la conversación que tiene con un emigrante que ha vuelto a San Salvador con motivo de la muerte de su madre. El emigrante lleva dieciocho años fuera de El Salvador y es profesor de historia del arte en Canadá. En la tertulia se llegó a la conclusión de que como personaje no existe, se nos deshace entre las líneas según vamos leyendo y lo único que transmite es su desprecio y asco (que repite hasta aburrirnos) por todo lo que es y representa El Salvador y consigue que sintamos simpatía por los personajes (esos sí) que van desfilando a lo largo de la novela, ¿es eso lo que pretende?
Fuese lo que fuese lo que pretendiera, en la tertulia no consideramos que Thomas Bernhard sea el modelo. Si es lo que pretendía ha fracasado. La ácida crítica de su país en Thomas Bernhard es todo un ejercicio de escritura y de manejo técnico, y con sus repeticiones le da un ritmo musical. Aquí las repeticiones obsesivas están carentes de ritmo y de técnica, aunque el dominio del vocabulario centroamericano es indiscutible. Si Thomas Bernhard exhibe una crítica muy elaborada de su país, aquí sólo se nos transmite su asco hacia El Salvador.
En la última parte, ya avanzado el consumo de cervezas diarreicas y de papusas en forma de patatas fritas y cacahuetes, y entre diversas divagaciones literarias se decidió que en la próxima cita comentaríamos un libro de la última Premio Nobel (Annie Ernaux) y se escogió “Una mujer”.