IMAGEN Y PALABRA: LA ROTONDA DEL PALACE, Autoría: Aetheria

Imagen y Palabra: la Rotonda del Palace

“El caleidoscopio es un ensueño de jardines condensados,

es una redoma de peces y de estrellas amaestradas”

Vicente Huidobro. Vientos contrarios.

***

La imagen

En la magnífica película de Blake Edwards “Desayuno con Diamantes”, la protagonista Holly Golightly dice refiriéndose a la joyería Tiffany’s de Nueva York: “Nada malo puede suceder allí”. Una sensación parecida me produce a mí entrar en el Hotel Palace de Madrid. Cruzar el umbral que da a la Plaza de las Cortes, avanzar por la galería revestida de mármol, llegar hasta la rotonda, levantar la mirada y, ¡ah!, asombrarme una vez más ante la belleza del vitral que recubre ese elegante espacio circular… Los vidrios y esmaltes de colores se combinan en un vistoso dibujo Art Déco. Bajo la caleidoscópica cúpula que inunda de luz la rotonda, Madrid se disfraza de París. En este espacio diáfano y elegante, lo que ocurre afuera en la calle ha dejado de existir. Se escuchan murmullos, risas apagadas, tintineos de copas repletas de martini o de gin fizz. Por las columnas dobles que sustentan la cúpula se cuelan las notas de alguna canción clásica. Los colores son suaves, los asientos mullidos, hasta el tiempo se sosiega y baja su ritmo. ¡¿Qué puede ocurrir de malo aquí?!

La palabra

Vicente Huidobro (1893-1948) es considerado uno de los más destacados poetas chilenos. Inició la corriente del creacionismo, un movimiento estético latinoamericano asociado a las vanguardias del primer tercio del siglo XX. Una de las características de la poesía creacionista es el énfasis en la plástica y el efecto visual. En 1916, Huidobro se instaló en París y dos años más tarde viajó a Madrid donde fundó un destacado grupo de poetas creacionistas. En “Vientos contrarios” (1926), un volumen en prosa, Huidobro dice de sí mismo: “la poesía me ha prestado una enorme dosis de exaltación y me ha permitido cubrir la fealdad y el tedio cotidianos con un ropaje maravilloso”. Por eso hay que ir al Palace de vez en cuando. Y sentarse en la rotonda a tomar incluso un sencillo café aderezado con suaves notas de piano. Y mirar hacia arriba para perderse durante un rato en el juego de luces y color del vitral de la cúpula. Y disfrutar, simplemente disfrutar. Lo dice Huidobro: “El que no haya pasado horas de horas mirando las maravillas de un caleidoscopio ignora uno de los grandes placeres de la vida”.

(Si queréis conocer algo más sobre la personalidad de Aetheria, os dejamos el enlace directo con la página web: https://aetheriatravels.com/aetheria/ )


Un comentario

  1. Y bajo ella se escucharon murmullos, ris ris ras que abrían paso a bisturíes, carreras entre ensangrentadas escaleras de mármol. Tanta luz cupular facilitó improvisados quirófanos con camillas duras. ¡¿Qué puede ocurrir de malo aquí?! La belleza ejerciendo de anestésico más que el éter.

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