En esta ocasión, no fue un país lo que me llevó a leer un libro, como en el caso de El Dios de las Pequeñas Cosas de Arundhati Roy, sino una novela, El último encuentro, lo que me empujó a conocer un país, Hungría, en concreto. Desde la publicación de parte de su obra en español por Ediciones Salamandra, sería difícil descubrir en la primera década del siglo XX a un autor extranjero que haya gozado de mayor difusión en nuestro país. No es habitual que en un periodo de algo más de doce años se hayan editado trece obras del mismo escritor: diez novelas, dos libros autobiográficos y el quinto de sus cinco volúmenes de Diarios. Por eso pienso que muchos de vosotros lo conoceréis, sobre todo los lectores de cierta edad, pero quizás no los más jóvenes y creo que, nos guste Márai o no nos guste, los amantes de la literatura deben conocer a este escritor húngaro que forma parte del patrimonio literario europeo.
Sándor Márai, (1900-1989) escritor y periodista húngaro nació en Kassa, una pequeña localidad, hoy eslovaca, del antiguo Reino de Hungría, en una familia acomodada de origen sajón. Fue un mal estudiante y como se escapó varias veces de casa, su padre, un reconocido abogado, lo mantuvo parte de su pubertad internado en un colegio religioso; más tarde le costearía estudios en el extranjero. Desde muy joven, Márai mostró una gran afición por el periodismo, carrera que comenzó a cursar, pero pronto abandonó, y la lectura. En 1918 publicó su primera obra, Libro de recuerdos, un poemario. Dominaba el alemán y ciudades como Leipzig, Weimar, Múnich y Berlín fueron sus escuelas de vida y sabiduría, un aprendizaje bohemio que adquirió entre escritores y cafés de artistas, al tiempo que ganaba algún dinero con la escritura de artículos, crónicas y poemas. En uno de sus viajes por Europa, visitó París, en donde convivió con algunos de los representantes de las vanguardias estéticas del momento. Desde allí enviaba a Hungría crónicas que lo hicieron muy popular. Empezó a escribir en alemán, pero pronto se decantó por el húngaro, su lengua materna, que él consideraba muy bella, especialmente por su fonética. A los 23 años contrajo matrimonio con una mujer judía y de acaudalada familia burguesa, “Lola”, que sería el amor de su vida y con la que convivió hasta la muerte de ella, sesenta años después, Durante la década de los treinta trabajó afanosamente para producir novela y teatro, de modo que en los cuarenta Márai ya gozaba de una fama extraordinaria, casi comparable a la de Thomas Mann o Stefan Zweig. Desde 1938 se había instalado en Budapest y cada nueva obra suya representaba un éxito de ventas y se traducía a todos los idiomas cultos, incluido el español. Márai disfrutaba de una vida acomodada, conducía un automóvil y vivía en una hermosa vivienda. A pesar de sus duros artículos contra el nazismo y su postura pública decididamente “antifascista”, su fama lo mantuvo a salvo de represalias. Pero con el establecimiento del régimen comunista, fue tildado de enemigo del pueblo y de “burgués”, de modo que sus obras fueron prohibidas. En 1948 abandonó definitivamente el país y tras residir un breve tiempo en Suiza e Italia, en 1952 se instaló en Nueva York, en donde trabajó en Radio Europa Libre. Obtuvo la nacionalidad estadounidense y tras un periodo de diez años en Italia, volvió definitivamente a los Estados Unidos y se instaló en San Diego hasta su muerte. Este exilio voluntario supuso la total desaparición del escritor de la cultura y del idioma húngaros por orden de los dirigentes comunistas. Márai cayó en el olvido hasta que fue redescubierto en Italia, en la última década del siglo XX. Público y crítica acogieron con entusiasmo la edición de El Último Encuentro, publicado por Adelphi, que pronto fue traducido a varios idiomas (Salamandra en castellano). Las muertes de sus tres hermanos, de su mujer y de su hijo y su cada vez más precaria salud lo empujaron a quitarse la vida en San Diego en 1989. Poco después caía el muro de Berlín. El mundo narrativo de Márai gira en torno a historias que escenifican la desaparición de una sociedad, de un estilo de vida, y de sus consecuencias éticas, morales y estéticas, tanto para las individualidades como para Hungría y el continente europeo en términos generales. Aunque Sándor Márai destacó sobre todo por su obra narrativa, también escribió poesía, teatro y ensayo, además de múltiples colaboraciones periodísticas, entre las que se encuentran algunas de las primeras reseñas sobre las obras de Franz Kafka.
Las novelas de Márai, de prosa elegante, adjetivación acertada y descripciones precisas, presentan estructuras similares: extensas conversaciones y largos monólogos cuajados de pensamientos brillantes y profundas reflexiones psicológicas, con poca o nula acción. Márai es un orfebre de la escritura que inserta palabras pausadas, bien meditadas, lúcidas e incisivas en boca de sus protagonistas, de manera que a pesar del tono melodramático y sentimental llegan a seducirnos. Aun así, y a pesar de su enorme aceptación en España, también se han alzado voces críticas solventes que opinan que detrás de esa prosa elegante muchas de estas celebradas novelas son únicamente un hermoso espectáculo de fuegos artificiales que se desvanecen en humo. Yo no comparto esa opinión, pero quizás haya lectores a quienes les parezca un autor demasiado denso, que dice mucho y muestra poco, con casi nula acción en sus historias.
Para los lectores en español, la extensa obra de Márai se reduce al listado que a continuación mencionamos. Quedan por traducir sus poemas, sus dramas, una larga lista de novelas y sus artículos de prensa.
Novelas
Los rebeldes (Zendülők, 1930), Ed. Zeus 1931; Ediciones Salamandra, 2009. Esta novela, publicada cuando Márai tenía 30 años y ya gozaba de renombre como escritor, fue acogida con entusiasmo y se tradujo a numerosos idiomas; es su primera obra publicada en español. Apenas unos meses antes del final de la Primera Guerra Mundial, cuatro jóvenes acaban sus estudios y se enfrentan al último verano de la adolescencia. En cuestión de semanas serán llamados a filas y enviados al frente, ante lo cual se rebelan y en ausencia de parientes cercanos crean su propio universo, fuman, beben y desafían las reglas. La aparición de un malvado mentor los empujará al desastre. En 1988 el autor aceptó revisar el texto de los tres volúmenes del ciclo de la dinastía de los Garren, que iniciado en 1931 con los Rebeldes, continuó en 1937 con Los Celosos y terminó en 1947 con Los Ofendidos. Márai consideraba que esta trilogía era su obra magna.
La extraña (A sziget 1934), Salamandra, 2008. Cuenta la historia de un profesor del Instituto de Estudios Orientales de París que pasa unas vacaciones en un hotel de Dubrovnik, en donde reflexiona sobre su vida. Había abandonado a esposa, hija y entorno por una amante con la que conoce otra forma de vida, la libertad, y es feliz, aunque siempre con la sensación de que le falta algo, por lo que también la abandona. Aunque las relaciones de pareja sean clave en la novela, no es una novela de amor, sino del descarrío de una forma de ser del burgués centro europeo que pronto desaparecería con la llegada al poder al año siguiente de Hitler.
Divorcio en Buda (Válás Budán, 1935), ed. Mediterráneo 1944; ed. Salamandra 2001; Quinteto, 2004. Se trata de una historia de amor, de un drama. Como en otras novelas de Márai, la historia gira en torno a la confrontación de dos personajes, en este caso el doctor Greiner, que desea tramitar su divorcio y el juez Kömives, encargado de hacerlo. Cuando aquel le comunica el suicidio de su mujer, a la que el juez también había amado, Kristóf no puede resistirse a un aluvión de sentimientos encontrados. Durante el transcurso de una noche, el juez asumirá el doble papel de acusado y testigo de la confesión de Greiner sobre la historia de su matrimonio. Márai se adentra en sus personajes y va desgranando página a página el alma de los protagonistas –casi la mitad de la novela está dedicada a la descripción del juez y sus circunstancias.
La herencia de Eszter (Eszter hagyatéka, 1939), ed. Salamandra 2000. Ezster, una mujer soltera de unos cincuenta años, vive sola y en paz hasta que recibe una carta de Lazlo, amigo de la familia y el único hombre al que ha amado, anunciando su llegada. Vive la espera con sentimientos encontrados aunque sabe que este hombre, que llevó a su familia a la ruina, sólo puede traerle la desdicha. Luego la trama se desarrolla de una forma totalmente inesperada y paradójica, con la inevitabilidad del destino como eje central de la narración. De la misma época y con características comunes con El último encuentro, nos ofrece la misma prosa depurada y precisa, la profundidad en el análisis psicológico de los personajes, y una parábola del siglo XX.
La amante de Bolzano (Vendégjáték Bolzanóban, 1940), ed. Salamandra 2003; Quinteto, 2005. Fugitivo de la Inquisición, Casanova se detiene en Bolzano, donde reside Francesca, su gran amor, cuya relación no consumó. Su actual marido, conocedor de los sentimientos de su esposa hacia el libertino, le ofrece dinero y la libertad, si la decepciona en una noche que pase con ella, de manera que el amor se torne en desprecio. Aunque Márai haya escogido un personaje histórico como Giacomo Casanova, el famoso veneciano representa el arquetipo del hombre libertino insatisfecho y siempre solo, porque concibe a los otros como objetos. Márai imprime al personaje una complejidad que recuerda las tesis de Kierkegaard sobre la seducción.
La mujer justa (Az igazi, 1941) ed. Salamandra, 2005; Círculo de Lectores 2005. Esta novela pertenece a la época más fértil y lúcida de la obra de Márai. La edición en castellano incluye las dos primeras partes publicadas en 1941 en Hungría y la tercera escrita durante su exilio en Italia y añadida a la versión alemana en 1949. Cuenta la historia de Peter, Marika y Judith, los protagonistas de un triángulo amoroso descrito bajo la forma de tres monólogos, de tres voces diferentes. Se desarrolla en su mayor parte en Hungría en dos periodos: los años previos a la segunda guerra mundial y la posguerra. La novela tiene una gran carga simbólica, porque el tema principal del libro, la ruptura del matrimonio para ir en pos de un ideal incierto y el final fallido, podría ser una parábola sobre la implantación en Hungría del régimen comunista. En esta novela se perciben claras trazas del Márai poeta. Con gran profundidad psicológica, el escritor profundiza en sentimientos tales como el amor, la amistad, el sexo, los celos, la soledad –el destino irremediable del hombre es estar solo-, el deseo y la muerte que apuntan directamente al centro del alma humana, por lo que algunos críticos califican esta obra de “ensayo novelado”.
El último encuentro (A gyertyák csonkig égnek, 1942), ed. Salamandra, 1999; Círculo de Lectores, 2001. La novela plantea la búsqueda de la verdad como fuerza liberadora. Un viejo general de la Guardia Imperial, recluido desde hace años en su pequeño castillo húngaro, está esperando la visita de su amigo en la juventud y compañero de estudios en la Academia Militar. Hace cuarenta y un años se produjo entre ambos un adiós definitivo y el general desea averiguar algo que ocurrió entonces. El relato está dividido en dos partes, los recuerdos del viejo general, que ayudan al lector a instalarse en el nudo de la historia que une a ambos personajes, conforman la primera, mientras que la segunda, toda una noche de reflexiones en que el amor y la pasión lo impregnan todo y con la presencia ausente de Krisztina, está guiada por el deseo del general de ver respondidas dos preguntas que ya no son cruciales para su vida, puesto que esta se acaba y en nada pueden modificarla, pero sí para la paz de su espíritu.
La hermana (A nővér, 1946), ed. Salamandra, 2007. Es la última obra que publicó en su país antes de exiliarse. Su eje temático es el problema de la pasión y sus consecuencias. Nos ofrece dos historias. El narrador de la primera es un escritor, el de la segunda un famoso pianista húngaro. En Navidad varios huéspedes coinciden en un apartado hotel de montaña: un escritor, un célebre músico, Z., una pareja distinguida y algunos cazadores, en donde tiene lugar una tragedia, el suicidio de la pareja. A partir de este momento, el escritor y el pianista entablen cierta amistad. Pasado cierto tiempo el escritor recibirá el citado manuscrito, en el que cabe destacar un intenso diálogo entre médico y paciente sobre la pasión, el dolor, la enfermedad, el éxtasis del arte y el misterio de la muerte, así como las reflexiones sobre la música, la disciplina del artista y la tarea de la creación.
La gaviota (Sirály, 1943) ed. Salamandra 2011. La trama se plantea en torno a un encuentro fortuito entre un funcionario ministerial y una hermosa joven finlandesa Aino Lane que sorprende al seguro funcionario por su gran parecido con una amiga a la que amó y que acabó suicidándose. A la mente del funcionario acuden recuerdos sobre su relación con la difunta y la duda sobre el origen y el móvil de Aino. Esa noche salen a cenar, a la ópera y a casa de él a tomar una copa. Allí entablan una conversación atípica y profunda tanto en el plano universal como el personal, donde ambas partes, en el tira y afloja de una dialéctica sutil, se dicen y se preguntan lo que quieren saber el uno del otro. En todo momento planea sobre los personajes la sombra del destino y el final de la sociedad europea decimonónica.
Liberación (Szabadulas, 1945), ed. Salamandra, 2012. Permaneció inédita hasta el año 2000, cuando se cumplió el centenario del nacimiento del gran autor húngaro. En los días previos a la Navidad de 1944, en Budapest, una joven llamada Erzsébet deja escondido a su padre, celebre científico perseguido por la Gestapo, en un pequeño refugio subterráneo y ella a su vez se refugia en un sótano al otro lado de la calle, junto con un nutrido grupo de sus conciudadanos, donde permanece encerrada cuatro semanas. La joven nunca deja de creer que vendrá la «liberación», que los rusos no tardarán en llegar y que todo cambiará, pero cuando el primer soldado soviético aparece ante el refugio, nada será como Erzsébet lo había imaginado.
La verdadera, ed. Nausica 1940; Música en Florencia, ed. Destino, 1940 y Los celosos, José Janés, 1949, no han vuelto a ser editadas.
Libros de memorias
Confesiones de un burgués (Egy polgár vallomásai, 1934), ed. Salamandra, 2004; Quinteto, 2006. En estas memorias retrata las convulsiones de Hungría durante la primera mitad del siglo XX.
¡Tierra, tierra! (Föld, föld, 1972), ed. Salamandra 2006, versa sobre las invasiones sucesivas de los ejércitos nazi y soviético.
Lo que no quise decir (Salamandra 2016) es un libro autobiográfico que había permanecido inédito. Se centra en 1938 cuando la Alemania nazi se anexionó Austria, y en 1948, cuando Márai, acompañado de su esposa y de su hijo, abandonó su país, entonces, ya un satélite de la Unión Soviética. «En aquellos diez años dejó de existir toda una forma de vida y toda una cultura», escribe Márai. Este libro de denuncia combina la confesión íntima con el agudo y clarividente análisis histórico.
Cuentos
La revista Destino publicó entre 1946 y 1948 algunos cuentos de Márai: El músico, nº 455. La huerfanita, nº 479. El barómetro, nº480. Antes de empezar la consulta, nº485. El yate francés, nº490. Jimmy King, nº 514. El regreso, nº525. La respuesta, nº544, que no han vuelto a ser editados. También pueden encontrarse cuentos de Márai en Cuentos húngaros recopilados por Antonio Villeti, Hispanoamericana de Ediciones, 1948.
Teatro
Márai escribió y estrenó varias obras de teatro. Patrulla a Kaschau sería su pieza más célebre. Algunas de sus novelas fueron llevadas con éxito al teatro: La herencia de Eszter, La mujer justa y El último encuentro.
Si os decidís a conocer a Sándor Márai, mi consejo sería comenzar por El último encuentro, en donde confluyen -yo diría todas- las características de su escritura, que funde la exaltación emocional con un profundo análisis del drama de la vida cotidiana del hombre, de modo que el lector se reconoce y se hace partícipe de la historia. De esta novela me cautivan su ritmo lento, la escritura del detalle, la introspección de sus personajes, la nostalgia de la grandiosa decadencia burguesa. Entre una descripción y otra el autor nos va dando pistas del destino de sus personajes, de modo que el lector sigue leyendo para enterarse del final. Luego podríais seguir con Divorcio en Buda, La hermana o La mujer justa.
Concha Vallejo