POSTALES SIN DESTINO, Autor: Manuel Cardeñas Aguirre

De mi querido Robert Walser, la descripción y el paseo,

De mi yo, la curiosidad y el asombro:

UN HOMBRE DE UNOS 70 AÑOS

Cuida su jardín, con la mano enguantada poda arbustos y plantas, con la otra, desnuda, cada poco, se seca el sudor a la vez que mira hacia el cielo porque lo que la tierra le muestra lo conoce de sobra; tras la mampara de cristal del salón una mujer que podría tener su misma edad sostiene una fotografía en las manos, está tan absorta en lo retratado que no se da cuenta de que el tiempo ha borrado el rostro, el contorno y la figura de lo que originalmente contuviera; en el porche, dos vasos de agua quieta esperan la llegada de ambos,

Entre tanto,

La respiración que sale del interior de los vasos va llenando de vaho sus paredes, como si esperaran dedos y piel que, aferrándose a ellos, dejaran señales de vida.

LA PEQUEÑA COLINA

Hasta hace unos días vivía tranquila al final de la calle guardando terraplenes, juegos infantiles, amapolas sueltas, encuentros enamorados e hileras interminables de hormigas,

Hoy han comenzado a instalar una grúa, dos excavadoras apuntan insolentes sus morros dentados contra el suelo y un contenedor-vestuario ocupa una parte de la ladera,

Cuatro niños buscan una pelota que ha venido a caer sin que se pueda determinar desde dónde vino ni dónde se encuentra, un obrero les grita, la mujer que tiende la ropa les dice que se vayan lejos no vaya a ocurrir un accidente y un mendigo de manos torpes no sabe cómo salvar sus cartones de la voracidad de la especulación.

EN EL HUECO DE UN PORTAL

Una pareja se besa como si en ese acto, antiguo como la humanidad, estuviera la respuesta al desasosiego de vivir,

Un vecino,

Desde el edificio de enfrente, los mira a través de un visillo ligeramente ladeado,

Escondido.

EL SOL 

Aparece por detrás de un edificio, una borla amarilla ribetea los contornos del inmueble:

Puede que se estén santificando los edificios.

LA MAYORÍA DE LOS PINOS DEL PARQUE

Se han secado,

Quizá se hayan cansado de dar sombra o no encuentran su lugar en el parque.

Somos desgraciados ante el desarraigo.

DANDO UN PORTAZO

Él ha salido, ha sacado las llaves del coche del bolsillo de su chaqueta, ha pulsado el control remoto, ha abierto la puerta y se ha montado en el asiento del conductor, lo ha puesto en marcha y con cuatro volantazos ha accedido a la calle, ha acelerado bruscamente y se ha perdido a lo lejos dejando una estela de prepotencia ensordecedora,

Ella,

Que lo ha visto todo desde el balcón de su casa, se ha metido dentro, ha cogido al bebé que estaba en la alfombra gritando como si la primera y única enseñanza de la vida fuera el grito y el llanto y se ha marchado hacia la cocina dando la espalda al balcón, a la calle y a la realidad.

GRANDES CRISTALERAS

Escaleras mecánicas, calles interiores, escaparates con todo tipo de mercancías, temperatura al punto; la gente pasea llevada de un instinto extraño que hace que se vean una y otra vez en los mismos sitios sin reconocerse,

Negándose los unos a los otros,

Al mismo tiempo, siguen buscando no saben muy bien el qué, en realidad, han ido al templo a rezar sus oraciones de consumo.

LA CALLE DE LOS LIBROS

Viejas y gastadas instalaciones de madera que van del azul al gris, con sus números negros pintados en la cabecera junto al nombre que identifica la procedencia, origen o propiedad de la librería, los libros tan apretados que oyes gritar su abandono, y en la calle, mesas portátiles albergan la prolongación de miles de palabras impresas cuyo destino quizá sea el olvido,

De vez en cuando, sin embargo,

Alguien busca compañía y, distraídamente, se lleva uno.

ATARDECE

Y el sol se despeña poco a poco, no tiene prisa, es más, se diría que no quiere irse, se resiste y va cambiando de color hasta que termina por apagarse,

Tantas veces visto,

Tantas causándome asombro.

He terminado por hoy.

Manuel Cardeñas Aguirre


2 Comentarios

  1. Esa calle de los libros, de palabras en función de olvido y leemos, una y otra vez, para, como ese sol de despedida, tantas veces visto, tantas veces causándonos asombro… certeras palabras.

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