A MI ÁNGEL, Autora: María Zambrano

… Y no hay misterio

sólo trabajos, pesadumbre,

y esa amarga yerba.

Pero tú me conduces

y nada te pido.

Sí, quiero ser tus alas

caídas, ahora, llanto,

lluvia de lágrimas por mí.

Porque tú me lloras,

lloras mi no ser

porque me sientes amantísima a tu lado.

Soy tu fealdad, tu impotencia

extranjera a ti confiada.

Cómo te peso,

yo, la invisible,

soy tu piedra,

el aceite que unta tus alas,

tu rémora

y, en instantes infinitos,

tu desesperación.

¡Oh, Ángel!

¿Seré tu infierno?

Eterno retorno

de tu ligereza por mí aprisionada.

Como una oscura cosa

me ofrezco a tus pies

para ser quemada, ahumada,

víctima necesaria de tu libertad.

No me dejes existir, pues que te

peso.

Tú me mides,

soy tu irreductible,

¿hasta cuándo?,

tu condena.


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