A mi madre, por siempre en mi corazón
Dices que te vas,
como en un sábado de labios rojos
y ondas en el pelo.
Cuando no me veas, me subiré a tus tacones
para espiar la vida desde tu altura de madre
elegante, invencible.
Dices que te vas
y cierras tus ojos de mar incondicional.
Me acomodo en tu regazo y gatuneo para ti,
creadora de verbos, tardes de chocolate y consuelo,
besos de chicle y cuentos
de lobos bailarines y licántropas princesas.
Dices que te vas.
Ya nada te retiene,
ni la ventana abierta al sol como la carcajada de un loco,
ni tu ausencia húmeda en mis ojos, ni siquiera los días,
retazos de vida en monodosis para tus labios sedientos.
No, ya nada retiene tu latido, madre invencible.
Dices que te vas.
(3er finalista en el Certamen internacional «Mujer y madre»)