“Pria che d’amor sì perfido
a me svelarti rea,
Se ti colpisse un fulmine,
Fora men rio dolor!”
«Te presentas ante mí
como culpable de un pérfido amor,
si te alcanzara un rayo
sería menos amargo mi dolor…»
Lucia de Lammermoor. Libreto de Salvatore Cammarano para la ópera de Gaetano Donizetti, basado en la novela The Bride of Lammermoor de Sir Walter Scott
La imagen:
Deslumbrante, majestuoso, poderoso. Eso pensé cuando la cortinilla de terciopelo rojo se hizo a un lado y me permitió abarcar de un solo vistazo el esplendoroso interior del Teatro de San Carlos. Un espacio brillante, donde el dorado de las filas de palcos contrasta magníficamente con el rojo de butacas y paredes enteladas. Rojo también es el imponente telón de terciopelo cuajado de flores de lis doradas que recuerdan el origen real de este majestuoso teatro.
Fue Carlos III, rey de Nápoles y Sicilia antes de serlo de España, quién lo mandó construir. Inaugurado el 4 de noviembre de 1737, el Teatro de San Carlos, uno de los más grandes del mundo, ha sido modelo de otros grandes teatros de Europa y hoy forma parte del Patrimonio Mundial de la Humanidad. Frente al centro del escenario, refulge el palco real, como si de un gran trono se tratara. Se dice que el rey mandó colocar espejos que reflejaran otros palcos para vigilar así quién aplaudía y quién no. Levantando la mirada, aparece Apolo presentando a Minerva a los más grandes poetas del mundo en los vistosos frescos del techo del teatro. Y es que el propio Stendhal dijo sobre este esplendoroso lugar: “No hay nada en Europa que se parezca a este teatro. Mis ojos están impresionados y mi alma encantada”.
La palabra:
Gaetano Donizetti (1797-1848), el célebre compositor de ópera italiano, estrenó su obra Lucia de Lammermoor en el Teatro de San Carlos de Nápoles el 28 de septiembre de 1835. El libreto fue escrito por Salvatore Cammarano, quién se basó en la novela The Bride of Lammermoor (1819), del escritor y abogado escocés Sir Walter Scott (1771-1832).
En pleno movimiento romántico, Lucia de Lammermoor aúna drama, enfrentamientos familiares, tramas políticas y amores malditos y desgarrados. Lucia pertenece a la familia Ravenswood, leal a la causa de los Estuardo, incluso cuando el último rey de la casa, Jaime II, es destronado por su yerno protestante, Guillermo de Orange. Para ayudar a los motivos políticos de su hermano Enrico, Lucia ha de casarse con Arturo, cuando su corazón pertenece sin reservas a Edgardo. La tragedia se masca entre las brumas de Escocia.
Los músicos afinan sus violines y el director da las últimas indicaciones a su orquesta. Hoy se representa de nuevo Lucia de Lammermoor. Muchos años después, en el mismo lugar de su estreno, miro embelesada la función en la oscuridad del palco tapizado de terciopelo. “¡Oh cielos! En tus palabras descubro /claros y trágicos presagios! / ¡Ah! ¡Lucía, Lucía, desiste / de un amor tan funesto!”.
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