VOLVER, Autor: Antonio di Benedetto

Estimadas lectoras y/o lectores:

Nos escribimos de tarde en tarde, lo normal, intercambiamos literatura, nunca en general porque de alguna forma sabemos, poco ―porque nadie salvo Borges, que aún no ha muerto, aunque digan lo contrario, sabe mucho―, pero sabemos, y lo hacemos sobre autores a los que les dio por no ser mayoritarios, mutuamente nos recomendamos: que si Arno Schmidt, que si Julián Ríos, que si Antonio di Benedetto, que si Luis Antonio Sensini…

Pero, perdonen, porque esto no es el meollo del asunto y estoy cometiendo la torpeza de la erudición, voy a lo concreto, el caso es que haga lo que haga, sus correos llegan antes que los míos, he probado de todo, pero no lo consigo, cuando tengo la idea macerada y me pongo a ello, ahí está su correo, me anticipa los autores y se me adelanta en las citas, explicita mis deseos literarios y en el colmo de la desmesura, está empezando a llamar a personajes que yo tenía pespunteados, la última, esa montañera bellísima que luce cuerda para múltiples escaladas sobre su cuerpo; mi amigo literario R. Y. ―me permito citarlo sin nombrarlo y creo que por primera vez me adelanto a él en algo― anda emparentado o asemejado con la Naturaleza, tiene una relación muy particular con ella, a base de vientos, mares y montañas, en fin, el caso es que no soy capaz de anticiparle tiempos, autores o títulos, cuando yo intento ser, él muestra el existir, literariamente hablando.

Sigo intentándolo.

M. C. A, para Yukali Página Literaria

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Antonio Di Benedetto

Le explico a Horacio:

―Hoy he recibido la invitación para el acto de Manuel que se hizo el lunes.

Horacio comenta:

―Lindo tema para un cuento fantástico.

No me dice cómo, queda a mi cargo.

Decido volver al lunes, pero el acto se ha suspendido. Tengo que volver al jueves, el día que hablé con Horacio.

Pero al regresar ya no es jueves, sino viernes. Entretanto el jueves ha ocurrido que…

Reflexiono que de otra manera ya me ocurrió. Yo tenía que buscar, hacia atrás, a una mujer. Y ella tenía que buscarme a mí. Retrocedimos, pero cada uno por su propia inspiración y sin ponernos de acuerdo previamente.

Nunca coincidimos en nuestros retrocesos e intentando dar con el día exacto para los dos, malgastamos la vida.

Cada vez llegábamos más atrás en el calendario.

Deduzco que, de una y otra experiencia, podría sacar una conclusión, aunque evidentemente amarga: No se puede volver a lo que se quiso.

(Imagen de cabecera: El tiempo traspasado, de René Magritte)


2 Comentarios

  1. Y sin embargo, tal vez, eso se espera.

    Benedetto, di: Cuando se reunieron en la choza y Félix repartió la comida entre los tres, el guardián castigado aportó un saquito de sal a la minúscula comunidad. Quería de Félix y Sulso benevolencia y ayuda, y los miraba con respeto porque ellos ya habían organizado su vida en ese vacío.
    Y les dijo:
    -No sufro, porque estoy con ustedes. Ustedes están tranquilos: no esperan.
    Félix y Sulso asintieron, con la mirada serena.
    Pero Sulso pensó: «Sin embargo… Algo, todavía, puede ocurrir».
    Y Félix se dijo: «Es imposible no esperar».

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