Fue maravilloso y maldije con todas mis fuerzas aquel momento en el que me desperté abrazando mi almohada. Con mi piel erizada y sudorosa producto de las emociones encontradas.
No puedo explicarlo pero a pesar de que no estabas en mi cama, cuando desperté, mis sábanas olían a tu piel, tu aroma estaba impregnando toda la habitación. Sobra mencionar que no tengo la menor idea cuál es tu aroma porque nunca te he tenido cerca de mí y aún así, en mi mente, tengo detallado cada parte de tu cuerpo y cada pensamiento perverso que pasa por tu cabeza.
Por primera vez pude saborear tus labios, sentir tu piel rozando la mía, con ese fuego que me quema por dentro llamado pasión, tu respiración en mi cuello y tus manos deslizándose por mi cuerpo de una forma sorprendente. Me entregué a ti con la ansiedad del momento soñado, la luz de la luna iluminaba el ambiente por una ventana que olvidé cerrar y supongo fue el lugar por el que llegaste hasta mi cama.
Aquel momento fue mucho mejor que las veces que lo imaginé, mis dedos enterrados en tu espalda, mientras una gota de sudor y lágrimas recorren mi rostro, un juego de movimientos rítmicos al compás de una canción de —Scorpions— que no sé quién colocó pero su melodía hacía eco en mi oído mientras se desbordaba la pasión que culmina en un éxtasis de emociones.
Solo al despertar sentí nuevamente el vacío de tu ausencia. Tomé mi teléfono y marqué tu número, sin recordar que estás con ella.
— ¡Santo cielo! ¿Cómo pude olvidar algo así?
Al otro lado se escuchó la voz de mujer.
— ¿Qué son estas horas de marcar, puede que usted sea amigo de mi esposo pero no le da ningún derecho de despertarlo?— guardé silencio, mi respiración se acortó y mi corazón dejó casi de palpitar en mi pecho.
— Dígame, ¿quién es usted? ¿Qué busca llamando a estas horas?— preguntó la mujer con insistencia.
Rápidamente me deshice del teléfono tirándolo no sé dónde. Mordí mis labios fuertemente para no gritar, el sabor a sangre me hizo sentir fastidio, mientras este sentimiento me mata lentamente en el sueño más prohibido.
Srenite