LABERINTO SALVAJE 6, Autor: Luis Vinuesa García

En la Séptima Avenida de Brooklyn, Vanesa compró un paquete de Lucky Strike y en la Calle 3 se introdujo en una librería donde, según la guía de viaje, se abría un patio trasero para que los clientes leyeran u hojearan ejemplares mientras fumaban a placer. Y así se dividía, el establecimiento, con su sección especial para los emisores de humo. Eran pocos, cada uno con su cigarrillo y su libro. Vanesa se puso a hojear el 2666, alrededor de la página trescientas, en «La parte de Fate», donde Oscar Fate vuela a Detroit en un avión en el que unos pasajeros comentan la anécdota de un hombre que ha naufragado en un lago. Está luchando por sobrevivir aferrado a un tronco. A un tris se encuentra de abandonarse al agua fría que anegará sus pulmones justo cuando un avión se estrella en ese mismo lago. El hombre aguanta lo indecible hasta que es salvado por un equipo de rescate, cuyos miembros se decepcionan al enterarse de que el náufrago nada tiene que ver con el avión siniestrado. Se trata de una anécdota muy «Paul Auster», piensa Vanesa a la vez que siente el deseo de encontrarse con él, ¿pues no está ella en Brooklyn, que es donde vive Paul Auster? Uy, por poco, ya que aparece Siri Hustvedt, la pareja del llamado escritor del azar. Siri Hustvedt porta la Poética de Aristóteles en la mano y un pitillo apagado entre los labios. Pronta de reflejos Vanesa le ofrece fuego: Siri acepta con simpatía. Corre el otoño en Brooklyn, un otoño que invita a las ranas a saltar de los estanques y a que un tía como ella felicite a Siri Hustvedt por su última novela, El verano sin hombres, deliciosamente irónica. Siri le pregunta cómo la ha reconocido. Vanesa dice que la recuerda del Leviatán, el libro de su marido donde aparece como Iris.

Exquisita cara escandinava y los ojos azules más profundos y alegres que se pueden encontrar entre el cielo y el infierno.

Siri es modesta y desvía la atención al libro que Vanesa sostiene, el 2666, al que elogia sin reparos. Un señor que hojea un volumen de Toni Morrison les ruega silencio o por lo menos bajar la voz. La escritora afincada en Brooklyn le pide disculpas y le tiende la mano, al parecer se conocen, sus pieles contrastan ajedrezadas.

Por continuar la charla, Vanesa le cuenta en bajito a la Hustvedt lo que acaba de leer y lo que sigue: después de oír la anécdota del náufrago en el lago, Oscar Fate desembarca en Detroit con la intención de entrevistar a uno de los fundadores de los Panteras Negras, a Barry Seaman, a quien escuchará dar una conferencia. Ante el auditorio, Barry Seaman nombra su libro Comiendo costillas de cerdo con Barry Seaman, dejando traslucir que las mejores recetas de esas costillas fueron ideadas en la cárcel mediante mil triquiñuelas y recursos minimalistas. Épica en las costillas de cerdo. Siri Hustvedt le desvela que Bolaño renombra al libro y al autor; no son los auténticos, pero sí basados en reales: Barbacoa con Bobby, de Bobby Seale. Y la pareja de Paul Auster, tras pegarle una calada a su pitillo, menciona a Aristóteles, que prefería lo verosímil a lo verdadero, porque suele ser más convincente.

Vanesa dice que le encantaría echarse un cigarrillo con Paul Auster. Ya no fuma, dice Iris, pero tengo por seguro que volvería al tabaco si coincidiese con Bolaño.

 

Luis Vinuesa García

 

 

(Pintura de cabecera: Primeras horas de una mañana de domingo, Edward Hopper)

 

 

 

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