Este mes me ha pillado el toro, como suele decirse. Me ha ocurrido lo mismo que con esas exposiciones a las cuales nunca llegué a ir ya que iban a estar abiertas al público más de dos meses. Y es que ese «tengo tiempo» es muy peligroso siempre.
Así que toca revolver las tripas y cazar al vuelo pensamientos. No vale cualquiera, no de lo primero que se viene a la cabeza se puede escribir. En ocasiones tampoco se debe.
Hace unos días, recordando que pronto iba a llegar el día 21, leí un artículo sobre memoria histórica. Pensé que desde el alma podría decir cosas sobre ese tema. Después apareció en la prensa una noticia sobre el racismo en el fútbol y me dije «pues mira, de esto también puedes hablar». Unos días más tarde, algún político hizo alusión a la salud mental en post pandemia. Otro tema que me tentaba por no ser desconocido para mí. Me di cuenta del tiempo que hacía que no escribía un relato erótico. Fui consciente de la tristeza que hay en mi interior cuando miro a mi alrededor, aunque esté en uno de los momentos más dulces de mi vida.
Utilizo en este momento el recurso de la mirada perdida y la larga calada al cigarrillo. De mover los ojos rápidamente a un lado y a otro sin hacer lo mismo con la cabeza. De suspirar y al final sonreír pensando quién sabe qué.
Recuerdo aquel reto que hace unos años asumí con tanto entusiasmo. Si me dices tres palabras, hago un relato. Comptine d’un autre étè: L’aprés midi de Amélie me impulsa a escribir ¿Os animáis? Adelante. Juguemos, creemos juntos, disfrutemos, sintamos, partámonos de risa, dejemos volar nuestra imaginación. Tres palabras, es lo único que necesito. El piano, lo pongo yo.
Ana Melgosa
YUKALI PÁGINA LITERARIA 
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