Sentado en un pináculo celeste, en cresta finísima y afirmada, rosa, sólido, bello, viejo, niño, sonrisa, astro, de la Ilíada, la alta montaña, maná, ordenado, profeta, de color natural, creador y entusiasta, observador de la Luna, elipsis de los sueños, practicante de los baños del Ganges, descubridor de la longevidad, estudioso de las magias. Amor de amores, mezcla característica de barro y yerba, colorista, concepto de un cántico, amago del neutro, purificador de los hechos impuros acaecidos durante la peregrinación, apóstol, estabilidad, mar, sensual, marcado en el rostro, cielo, voz, pétalo, manifestación de los sudores del principio, juez de los seres vivientes, mártir, nube, grano de Goa, suspiro de las tierras calientes orientales, hijo de la ilusión, ave, pastorcillo virtuoso de pisadas blandas, límpida sábana plegada al viento, ojo central que rige y dirige, una ventanita, olor de la meditación, cáliz de hostias transparentes, retablo dorado de las tres imágenes incandescentes de Shiva, estela de hadas, interioridad blanca, red de la recogida de peces acristalados, hueco de las limosnas, instantánea de sol, anillo de los signos, bocanada de humo blanco, mester de clerecía, salutación, faz que aparece y desaparece, destello encarnizado que vuela para infiltrarse en todas las mamas haciendo hembras místicas, fruto, instante de Apocalipsis, cuadro del Todo.
Sentado en un pináculo celeste nos contempla como un adivinador.