POESÍA QUE SE LLEVA EL VIENTO.
Él nunca podía quedar, pero le enviaba besos.
Ella no dejaba de proponerle encuentros, pero no añadía besos a sus mensajes.
Él le escribía cada mañana, pero nunca estaba disponible para ella.
Ella tardaba en contestarle, y le enviaba la cartelera de cine.
Él siempre le daba las buenas noches y le prometía soñar con ella.
Ella le respondía con un escueto mensaje y pasaba la noche soñando con él.
Él le enviaba rosas y promesas de amor, después desaparecía.
Ella conservaba las rosas desecadas y el teléfono cerca.
Él nunca encontraba el valor, solo las palabras precisas.
Ella rebosaba valor y guardaba los besos y las palabras para el momento preciso.
Él, vencido, dejó de enviarle mensajes de amor encriptados.
Ella, resignada, fue borrando las huellas de él desde su concha de caracol
SONIDOS Y SILENCIOS
Me detengo a escuchar el crecimiento de la planta de una sola hoja.
Escucho en silencio, hace mucho que dejo de crecer.
Ahora escucho cómo se despereza una hoja que acaba de nacer.
Escucho en silencio, cada día se estira un poco más.
A la vez, dolorosamente, escucho la agonía de la hoja primera.
La escucho en silencio, oigo cómo se inclina centímetro a centímetro.
A la vez, dolorosamente, escucho el desconcierto de la hoja pequeña,
Y su crecimiento centímetro a centímetro.
Escucho la vida.
Isabel Jiménez
Me detengo a leerte y nunca defraudas. Merci
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