Nos conocimos en la presentación de un libro transgénero. Eso decía la invitación y a mí me sorprendió la definición del manuscrito. ¿Hay libros transgénero? Los libros son libros ¿no? Y esa pregunta me llevó a muchas otras que esperaba se respondieran aquella tarde.
Tal y como acostumbro, llegué temprano, faltaban quince minutos para que el acto diera comienzo, eso sin contar el retraso habitual en este tipo de cosas. Después de fumarme un cigarro a escasos metros de la librería, decidí entrar y echar un vistazo. Lecturas y escritos LGTBIQ+ dominaban los estantes. Títulos y autores desconocidos disparaban mi curiosidad.
Sorprendentemente parecía que todo aquello iba a dar comienzo a la hora prevista. Una breve presentación, el agradecimiento de turno a los asistentes y sin dilación comenzaron las preguntas a quien había escrito aquel interesante libro.
Todo me resultaba atractivo. El tema, el espacio, la luz, su voz, su pelo, aquellas sandalias, el anillo, su mochila. No había nada que no llamara mi atención. Y dejé de escuchar a los asistentes y solo atendía a las respuestas que daba. De pronto fui consciente de que aquel acto había terminado hacía horas y de que estaba sentada frente a alguien que cortésmente respondía al ritmo incesante de mi curiosidad. Me contó muchas cosas, delineó heridas pasadas y confesó proyectos. Hubo momentos de palabras que eran caricias al confesar su extrañeza por estar compartiendo tanto con una desconocida. Otros se convirtieron en trincheras con sabor a alcohol y desengaño. Canciones de antes y poemas de futuro. Lágrimas ahogadas en sonrisas de orgullo. Recuerdos, batallas ganadas y otras pendientes, abrazos, besos robados y mentiras. Soledad. Preguntas, cientos de preguntas sin poder responder. Tantas como yo me había hecho al leer aquello de “libro transgénero”. Un libro es un libro y es lo que hay dentro, las palabras y lo que estas transmiten lo que marca la diferencia entre unos y otros. La portada la ven los ojos, a quien lo ha escrito lo descubre el alma y el corazón del lector. Aquella tarde yo descubrí a alguien que vuestro morbo se pregunta desde el principio si es él o ella, ella o él. Aquella voz, aquel pelo, las sandalias, el anillo y la mochila. Una vida, un futuro de colores, tantos como tiene el arco iris, ese que nos gusta mucho a todos cuando aparece después de la tormenta.
Ana Melgosa
(Por si tienes una curiosidad despierta)
http://www.anagrama-ed.es/autor/preciado-paul-b–1261
https://nonbinary.wiki/wiki/R.B._Lemberg