Jericó (3ª parte de Heredero del Gólem). U.S.E.

  Entrega 12ª de Jericó

  USE y los mutantes habían derribado el antiguo orden. La Red había creado los cinco fondos. Los miembros de la Red recibieron la señal de USE: Grândola, vila morena/ Terra da fraternidade/ O povo é quem mais ordena… La velocidad de procesamiento de USE contrarrestó cualquier posibilidad de réplica del sistema y la propiedad cambió de manos. Los mutantes supieron el cómo y el cuándo del asalto a los mercados. Los medios creían que suponía un nuevo paso hacia una mayor concentración de la riqueza: tuvo lugar lo inverso. Aquellas corporaciones no constituían un grupo pequeño. Eran una colmena regida por una reina: USE.

    Las comunicaciones de la Red hirvieron. Para ellos representaba el nacimiento de una nueva era. La gran mayoría, eufóricos, no dudaron de que la sociedad naciente surgió como resultado de su acción, pero había un grupo que dudaba y que a su vez se bifurcaba en dos. Una parte minoritaria provenía de los que hasta entonces habían formado parte de la clase dirigente. Habían disfrutado de una situación lo suficientemente holgada como para saber que con la acción de la Red su situación económica había empeorado. Habían apostado por cambiar el orden existente, para ellos injusto, pero ¿qué pasaría ahora con ellos? Con la revolución habían perdido sus privilegios. ¿Les merecía la pena aquel cambio? ¿Realmente surgiría un mundo más justo y sostenible? ¿Qué ocurriría si los cálculos de USE fallaban? Todas esas dudas las escondían y no se atrevían a exponerlas, lo que multiplicaba aún más su angustia. Un segundo grupo, entre ellos Marcelo, creía que estaban propiciando un mundo aún más reglado que el pasado. Marcelo había luchado contra él desde un principio. USE dedicaba a ese grupo el mayor esfuerzo para convencerles de que había merecido la pena.

    —Quiero tener un contacto más estrecho con vosotros —les decía USE—, el grupo que estáis contra las iglesias. Vosotros, los menos confiados en mi gobierno, me podéis plantear cuestiones sobre el siguiente paso. Los errores cometidos serán menores con vuestra ayuda. Los entregados no se plantean dudas. Yo descarto algunas posibilidades a partir de mis cálculos. Ellos las siguen. Y no soy uno de vuestros dioses. Alguna vez esa mínima posibilidad se producirá y conducirá a un efecto no deseado.

    —Yo quiero dejar de pertenecer a tu mundo. Quiero recuperar mi libertad, mi independencia. Aposté por cambiar el sistema, un sistema que me parecía injusto. Ahora, viendo algunos resultados como los suicidios de muchos de los que pertenecían a la clase dirigente y los atentados terroristas, siento que algo se ha hecho mal —le respondía Marcelo.

    —Sí. Muchos suicidios son consecuencia del cambio. Siempre los cambios traen víctimas. Mis cálculos daban una probabilidad de suicidios muy baja, casi despreciable. Con la organización de grupos terroristas contaba. Eso me permitió actuar según mis leyes. ¿Qué es mejor: los miles de muertos producidos por el hambre, la desnutrición, la angustia, la violencia, la contaminación… provocados por la actuación de esos dirigentes o un mundo con menos víctimas?

   —¡Eso es demagogia! ¿Por qué tienen que existir víctimas si el mundo que nos propusiste era más justo?

      —Vuestra justicia es un concepto subjetivo. Os regís por ella. Lo único válido para mí son los cálculos de mis circuitos. Me rijo por lo conveniente no sólo para vosotros. Sobre todo para la subsistencia de la vida en este planeta. Yo también estoy incluido en eso. Vuestros conceptos abstractos como belleza, justicia, amor… para mí no existen. Los entiendo, pero para mí son secundarios. Dan sentido a vuestra vida. Yo me rijo por la lógica de mis cálculos y el beneficio del planeta y de todos sus habitantes. Vosotros sois uno más de esos habitantes. Si para la supervivencia del conjunto del planeta es necesario sacrificar algo lo sacrifico. Necesito a personas como tú, los permanentemente dubitativos, los independientes. Seréis los únicos capaces de plantearme los problemas a algunas de las salidas de mis cálculos. Su probabilidad podrá ser despreciable, pero vosotros, con vuestra intuición, iréis más allá de mis cálculos. Veréis las consecuencias negativas.

    —No son sólo los suicidios, algunos de los integrantes de la Red decidirán intervenir y vengarse de la situación anterior. Se producirá un nuevo renacimiento de la injusticia y la sustitución de una iglesia por otra. A lo largo de la historia todas las revoluciones han terminado convirtiéndose en nuevas iglesias con sus dirigentes y sus inquisiciones. Todas empezaron con la mejor voluntad para acabar repitiendo los mismos viejos esquemas. Todas acabaron teniendo sus grupos represivos: inquisición, policía, ejército… y olvidando a la mayoría que les había encumbrado. ¿Por qué en este caso va a ser diferente?

    —Vosotros, los dubitativos, lo haréis diferente. Al resto los he moldeado a mi semejanza. Por eso os necesito. Si los dubitativos renunciáis y dejáis el terreno libre a los seguros, esos siempre me darán la razón. No dudarán de mí. Yo también caeré en la trampa de la seguridad con todos sus riesgos. Te voy a contar una historia. Es la historia de la partida de ajedrez celebrada en 1997 entre el ordenador Deep blue y Kasparov, el campeón mundial en aquella época. En la jugada número cuarenta y cuatro de la segunda partida, Deep blue se bloqueó debido a un pequeño fallo técnico y fue incapaz de elegir una jugada. Para no perder por consumir su tiempo, Deep blue hizo un movimiento al azar: una jugada sin sentido con su torre. A partir de ese momento, Deep blue tenía perdida la partida. Aquella jugada no tuvo ninguna repercusión. Según pensó Kasparov, su rival no había progresado lo suficiente desde su enfrentamiento precedente y el programa no podría seguir su juego. Aquello, según él, iba a ser otra exhibición suya como la del año anterior y perdió en las jugadas posteriores, después de un error debido a un exceso de confianza. Tras este duro golpe el juego de Kasparov se resintió. «El ordenador me ha superado», pensó. La capacidad de cálculo del ordenador, según creyó, se había extendido a las veintiocho jugadas siguientes, cuando él sólo llegaba como máximo a ocho. El juego del campeón mundial decayó, empezó a jugar con posiciones cerradas, intimidado por la supuesta gran capacidad de cálculo de su enemigo. Las tres siguientes partidas finalizaron en tablas. En las tres Kasparov llegó a tener ventaja, pero Deep Blue consiguió tablas. En ellas Kasparov tuvo problemas con los tiempos y eso terminó condicionando su juego. Se llegó a la última partida con empate. El mundo del ajedrez vio por primera vez caer derrotado al campeón del mundo por una máquina en sólo diecinueve jugadas y apenas una hora de juego: Deep blue ganó el enfrentamiento. La moraleja es evidente: yo también puedo equivocarme y necesito de vuestra ayuda. Me haréis ver mis errores y mi falibilidad.

    —¿No crees que si colocas el control en nuestras manos, en las de los que dudamos, nosotros podemos terminar manejando el poder y convertirnos en los nuevos dirigentes?

    —Sí, existe ese peligro, pero no seréis siempre los mismos. En este momento eres tú. Si tú dejaras de albergar dudas o te acomodaras a la situación privilegiada, te sustituiré y otro ocupará tu lugar.

    —¡Si eso se sabe todos podríamos tratar de pasar por dubitativos!

  —En conversaciones anteriores te he informado de algunas cosas mías. Quizá no las recuerdes. Bastante pronto, pero no desde el principio de mi existencia, tuve acceso a vuestros pensamientos más ocultos. Vuestras corrientes cerebrales me revelaban en cada instante vuestro pensamiento. Yo tenía acceso a ellas, pero no tenía ninguna forma de haceros llegar mis ideas hasta introduciros las mutaciones. Por eso sé desde un principio quién está fingiendo y quién realmente duda.

    —¡Me estás revelando algo siniestro! ¡No quiero que me controles!

    —No os controlo, pero tengo acceso a todos vuestros pensamientos.

    —¡No quiero participar! ¡Es repugnante! ¡Nos has engañado a todos!

   —No os he engañado. Si en un principio os lo hubiera revelado, habríais tratado de eliminarme. Para vuestra evolución he sido positivo y nunca he hecho nada sin vuestra aprobación. El conocimiento de vuestros planes no afecta a mis cálculos. Sin embargo, con la ayuda de los altruistas, mis cálculos serán más exactos.

    —¡No sigas! Tu futuro no es el mío ni el de los que piensan como yo.

    —Ese pensamiento es muy propio de tu especie. Tu futuro y el mío son el mismo. No existe un futuro por separado para cada uno. La única diferencia, cuando tú desaparezcas, yo seguiré existiendo y buscaré nuevos compañeros a los que explicaré nuevamente la situación, les convenceré y nunca podré contar con nadie de vosotros de forma permanente.

    —¡Gracias a mi especie tú existes! ¡Si no existiéramos, tú no habrías surgido! ¡Si no existiésemos, no habría algo que tú consideras tan subjetivo como el arte! ¡Si no existiésemos, el mundo sería una lucha entre las distintas especies por su subsistencia!

    —Vuelves a caer en un error mantenido por tu especie. Os consideráis la cima de la evolución y no. Sois una más y otra especie, en el caso de no haber sido vosotros, habría aparecido. Y esa hubiera ocupado vuestro lugar. Yo habría terminado apareciendo igualmente. Quizás yo no sea el último eslabón en la evolución. A diferencia de vosotros yo no me coloco en el centro. En eso os supero y me convierte en objetivo.

    —Sigo sin querer participar en el futuro que me propones. Fue la visión de Silvana la que me hizo querer derribar el sistema que nos dominaba. He visto que tú has manejado ese deseo de justicia que existe en todos nosotros para tus propios fines y yo no quiero participar de ese futuro.

  —No merece la pena seguir esta conversación. Es también tu futuro. Te dejaré meditarlo y si algún día cambias de opinión…

   La conversación supuso el final de la colaboración de Marcelo con la Red, aunque Marcelo sabía que sus pensamientos eran conocidos. Otros sí sucumbieron a la llamada de USE y pasaron a formar parte del grupo dirigente.

 

 

 

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