La pequeña barca iba a la deriva, parecía perdida.
Los pescadores, al divisarla, navegaron deprisa para alcanzarla. Conseguido, la sujetaron a un costado y descendieron para levantar la lona que la cubría.
Y, al hacerlo, contemplaron perplejos a dos pequeños fuertemente abrazados y sumidos en un profundo sueño.
El mar había sido generoso al acunarlos.
María José Braña