Estimado lector y/o lectora:
¿No has pensado nunca cómo sería un paseo en compañía de algún escritor o escritora que admires?
Yo, sí; en mi imaginación me he visto, en ocasiones, acompañado de algunos de ellos, no sé, Jean-Jacques Rousseau o Robert Walser, por ejemplo.
Goethe, no.
Rousseau, al principio, marchará en silencio, la cabeza gacha, las manos en la espalda —necesita oxigenar su inquieta cabeza—, luego empezará a hablar y ya no parará, la fuerza y el vigor de la naturaleza que le rodea impulsará su discurso hasta volverlo apabullante; Walser, por el contrario, no dirá nada, trasteará miradas a su modo, de acá para allá, como si no existieras y, quizás, en algún momento, mientras camináis, se dé cuenta de que estás allí y toparás con sus ojos curiosos, pero no esperes su voz, él está escribiendo, lo hace en todo instante y en todo momento, así que solo te queda esperar a leer eso que su mirada le está dictando junto a ti: todo tan sencillo, ¡todo tan natural!
Definitivamente, me quedo con Robert.
Ah, no se os olvide, con Goethe, no.
M.C.A., para Yukali Página Literaria
LA BARCA
Robert Walser
Creo que ya he descrito esta escena antes, pero estoy dispuesto a hacerlo de nuevo. Un hombre y una mujer están sentados en una barca en medio de un lago. Muy por encima, en el oscuro cielo, está la luna. La noche es tranquila y cálida, ideal para esta soñadora aventura de amor. ¿Será el hombre de la barca un secuestrador? Y la mujer, ¿será la víctima feliz y encantada? Esto no lo sabemos; tan solo vemos cómo se besan. Oscura, la montaña yace como un gigante en el resplandor del agua. En la orilla hay un castillo o una casa de campo con una ventana iluminada. Ningún ruido, ningún sonido. Todo está envuelto en un silencio negro, suave. Las estrellas titilan en lo alto del cielo, y también abajo, en el cielo que descansa en la superficie del agua. El agua es la novia de la luna, la ha hecho bajar a su lado, y ahora luna y agua se besan como novios. La hermosa luna se ha hundido en el agua como un osado joven príncipe en un torrente de peligros. Se refleja en el agua como un corazón cariñoso se refleja en un corazón sediento de amor. Es maravilloso ver cómo la luna se asemeja al amante, sumida en el placer, y cómo el agua se parece a la feliz amada, estrechando y abrazando a su real amor. En la barca, el hombre y la mujer están completamente silenciosos. Un largo beso los mantiene cautivos. Los remos yacen perezosos en el agua. ¿Son felices? ¿Serán felices los que están en el bote, los que se besan, los que la luna baña en su luz, los que están enamorados?