Estimado lector y/o lectora:
Hace años escribí una tesis sobre “Bertolt Brecht y el Teatro Épico”.
Me jugaba el título universitario, me jugaba la carrera. Recopilé documentación, acumulé datos, leí todo lo que cayó en mis manos y, después de varios meses de ímprobo trabajo de estudio, análisis e interpretación de textos, esto, ni más ni menos, es lo que escribí:
Ironía.
Adiós título, adiós carrera. Un iletrado más.
M.C.A., para Yukali Página Literaria
SI LOS TIBURONES FUERAN HOMBRES
Bertolt Brecht
Si los tiburones fueran hombres, habría escuelas en el interior de las enormes cajas construidas para los pececitos. En esas escuelas se enseñaría a los pececitos a entrar en las fauces de los tiburones. Necesitarían tener nociones de geografía para mejor localizar a los grandes tiburones, que andan por ahí holgazaneando. Lo principal sería, naturalmente, la formación moral de los pececitos. Se les enseñaría que no hay nada más grande ni más hermoso para un pececito que sacrificarse con alegría; también se les enseñaría a tener fe en los tiburones, y a creerlos cuando les dijesen que ellos ya se ocupan de forjarles un hermoso porvenir. Se les daría a entender que ese porvenir que se les auguraba solo estaría asegurado si aprendían a obedecer. Los pececitos deberían guardarse bien de las bajas pasiones, materialistas, egoístas o marxistas. Si algún pececito mostrase semejantes tendencias, sus compañeros deberían comunicarlo inmediatamente a los tiburones.
Si los hombres fuesen tiburones.
Siendo los hombres tiburones.
El hombre es un tiburón para el hombre.
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Silogismo agradecido, el de tus lecturas, claro.
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