CONDUCTA DE LOS ESPEJOS EN LA ISLA DE PASCUA, Autor: Julio Cortázar

 

Estimado lector y/o lectora:

Es bien sabido que la noche de un moai siempre llega vestida de piedra.

Imposible dormir.

Su cabeza sobresalía por encima de la tierra tanto como su cuerpo se aferraba a un enterramiento de siglos. La niña de los tirabuzones rubios y el vestido azul se acercó hasta él, le limpió la cara, secó sus ojos húmedos de rocío y, sacándose un pequeño cristal ahumado de uno de sus bolsillitos, le invitó a la reciprocidad de la mirada.

M.C.A, para Yukali Página Literaria

 

 

CONDUCTA DE LOS ESPEJOS EN LA ISLA DE PASCUA

Julio Cortázar

 

Cuando se pone un espejo al oeste de la isla de Pascua, atrasa. Cuando se pone un espejo al este de la isla de Pascua, adelanta. Con delicadas mediciones puede encontrarse el punto en que ese espejo estará en hora, pero el punto que sirve para ese espejo no es garantía de que sirva para otro, pues los espejos adolecen de distintos materiales y reaccionan según les da la real gana. Así Salomón Lemos, el antropólogo becado por la Fundación Guggenheim, se vio a sí mismo muerto de tifus al mirar su espejo de afeitarse, todo ello al este de la isla. Y al mismo tiempo un espejito que había olvidado al oeste de la isla de Pascua reflejaba para nadie (estaba tirado entre las piedras) a Salomón Lemos de pantalón corto yendo a la escuela; después, a Salomón Lemos desnudo en una bañadera, jabonado entusiastamente por su papá y su mamá; después, a Salomón Lemos diciendo ajó para emoción de su tía Remeditos en una estancia del partido de Trenque Lauquen.

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