JERICÓ (3ª parte de Heredero del Gólem). U.S.E.

3ª entrega de Jérico

    Sus profundos deseos de agradar y de formar parte de algo la empujaban hacia la integración, aunque su miedo a que la manipularan USE y la Red seguía intacto. Ahmed trataba de convencerla: ni la Red ni USE la querían manejar o, por lo menos, no más que otros grupos que siempre habían existido y existirían, como las religiones, los partidos políticos, los sindicatos, los equipos de fútbol, los medios, las redes sociales…

    —El problema —le dijo con su habitual tono profesoral— no es ese. La pregunta que tienes que responderte es si quieres o no formar parte de algún grupo, pues todos necesitamos integrarnos en alguno y tú, por tu naturaleza, eres la más inclinada a terminar en uno. Y ten por seguro que la Red va a cambiar este mundo. Soñamos, pero no nos tomamos muy en serio nuestros sueños. Y soñamos con un mundo donde nadie se quede fuera, donde no haya una sola familia sin techo donde pasar la noche ni comida que llevarse a la boca; donde no existan excluidos. Nunca más un país sin su gente. Por eso, necesitamos desplegar un plan de rescate que ponga todo su empeño en parar la sangría y la asfixia que impide a los excluidos participar en los beneficios del mundo desarrollado. Hay que destinar recursos de urgencia a aquellos sectores más vulnerables y a los excluidos. El mundo nuevo que surja tiene que ser riguroso, solvente y honesto. Tiene que ser acorde en todos los países. Lo que está en juego hoy es la propia supervivencia de la especie. Y frente al totalitarismo financiero nosotros estamos con la humanidad.

    Fátima le comentó que eso le sonaba a discurso político ya oído muchas veces. Ahmed, después de seguir un rato con su discurso, decidió presentarle a Marcelo para que zanjara sus dudas. Marcelo había elegido no integrarse a pesar de tener la mutación. No quería formar parte de ninguna organización ni de nada que reuniera a más de tres personas.

    Marcelo vivía en el filo de la navaja, donde ambos mundos se cruzaban. Pertenecía a los dos mundos: al minoritario y oficial de los que tenían un trabajo y que estaban al servicio del sistema; y al mayoritario y marginal de los que subsistían a través del trueque, donde nada tenía un valor monetario, donde se extendía el hambre y la delincuencia como una plaga, donde el aire se hacía tan espeso que el sol parecía estar rodeado de una nube naranja, donde las enfermedades y la desesperación eran lo único compartido. El límite no constituía sólo una metáfora de su forma de existencia. Vivía en la frontera de la Zona; su apartamento estaba justo donde esta acababa y empezaban las favelas, en un edificio en el que la mayoría eran okupas. Él suministraba a los miembros de las favelas determinados artículos que sólo se podían conseguir dentro de la Zona de exclusión. Fátima no se atrevió a preguntarle cómo los obtenía sin que lo hubiera descubierto el sistema y qué obtenía él a cambio. Después de la presentación, Ahmed los dejos solos. La primera pregunta que le planteó fue por qué había rechazado pertenecer a la Red.

    —La integración en cualquier grupo, y en este en particular, siempre supone apartarse de otros. La Red, además, es un producto de la Zona. No conozco a nadie que no viva dentro de ella. Sólo va a contribuir a una separación más acusada entre los que lo tienen todo, o casi, y los que no tienen nada —pronunció aquellas palabras sin que en su rostro, tan oscuro como el de la madre de Fátima y totalmente inexpresivo, se advirtiera ningún movimiento. Fátima se preguntó si sufría algún tipo de parálisis facial.

    —Pero según USE, y así también lo cree Ahmed, puede ayudar a la desaparición de los grupos de poder…

    Marcelo, con su rostro inmutable, no la dejó terminar.

   —Es lo que USE y sus acólitos, que quieren convertirse en los nuevos dirigentes, intentan que creamos. Sin embargo, la Red está organizada como una nueva iglesia y todas ellas empezaron de la misma forma, diciendo que lo que intentaban era la liberación del hombre. Quizás en un principio fuera así, pero en cuanto tuvieron un número suficiente de fieles, los que no pertenecían a ella fueron declarados herejes… y todos sabemos que los herejes acaban en la hoguera…

    —A ti no te han tratado como a un hereje ni te han perseguido ni te han difamado, ¿no?

    —No, hasta ahora. Les interesa esa imagen. Si algún día tienen el poder formarán un círculo y ellos serán los nuevos amos. Uno, cómo ya habrás adivinado, será Ahmed. Se convertirá en uno de los dirigentes de la revolución y empezará una nueva etapa en la que ellos serán los que nos dirijan y creen las nuevas estructuras, excluyendo a los que suponen que les son adversos.

    —Si piensas eso, ¿por qué no te dedicas a combatirlos?

    —Supongo que sabes que aquellos que tienen las mutaciones y han pretendido usarlas para sus propios fines han perdido la batalla.

    —Por lo que sé ni se les ha expulsado ni represaliado. Se trata de evitar que se utilice todo ese poder para perpetuar el sistema.

    —Sí. Eso decís todos los conversos, pero lo único que pretende USE es conseguir el poder absoluto para gobernar nuestras vidas. Y nosotros se lo estamos proporcionando. ¿Por qué crees que nos ha modificado fundamentalmente a los vigilantes? ¿Porque somos los más inteligentes? No creo. ¿No será acaso porque somos los más manejables?

    —Él dice que lo ha hecho por el lugar que ocupamos en el sistema y en función de la empatía…

    —Sí, sí. Eso es lo que dice, pero piénsalo despacio y después de que hayas visto cómo actúa me lo cuentas.

    —Sigo sin entender por qué no luchas contra ellos —Fátima se fijó en que los brazos de Marcelo mostraban unas impresionantes cicatrices—. ¿De qué son esas quemaduras? —le dijo señalándole los brazos.

    —Nada, un accidente… —después de mirarse tristemente sus brazos, su rostro volvió a la inexpresividad—. ¿Cómo podría luchar contra ellos? Ellos tienen la información, además, yo puedo estar equivocado y puede que consigan un mundo más justo… No soy como USE y sus cálculos de probabilidades… no tengo seguridad, sólo dudas.

    Fátima percibió a lo largo de la conversación con Marcelo que ambos tenían las mismas dudas, pero él ya había escogido. ¿Quién resultaba más creíble: USE, Ahmed, Libia y su Red o Marcelo, que sólo se representaba a sí mismo? No lo sabía. La Red la formaban muchas más personas, la Red le suponía un cobijo. Marcelo sólo le ofrecía su soledad y sus inmensas dudas.

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