GRECIA AL REVÉS, Autora: Ana Sánchez Huéscar

 

 

Eres Morfeo despierto

cuando te digo Adiós.

Y me voy.

 

Puede que haya abierto la puerta

y que la lluvia fina me esté mojando,

pero yo todavía sigo aquí, contigo,

aunque no sepa acercarme ni decir:

 

“Qué tal la vida, he estado enferma”,

 

aunque tu mano baile en mi cintura

sin el compás de los dedos

y yo te descubra inadvertida

una mancha en la camisa

con la forma de Grecia al revés.

 

Vuelvo a casa

por la violeta sombra

de los edificios y encuentro

pasos hechos antes de tiempo,

porque yo todavía estoy aquí,

contigo, intentado medir

cuánta monotonía hay

en la lentitud de tus párpados,

y mañana aún no existe,

ni tampoco el andén,

ni la mujer de negro

que regresa de viaje

y su sombra va sentada

en otro vagón, rumbo a la noche.

 

Penélope, Ulises te espera

sentado en un cojín turco,

con la cena fría sobre la mesa.

 

Con qué color me beberé la oscuridad

cuando las luces falten

si yo aún no me he movido,

si sigo respirándote el amor

y hueles a Orfeo precipitado.

 

Y puede que tú también

decidas volver a la acrópolis

estructurada de tu destino,

con la silueta de Grecia al revés

sobre la camisa inmaculada,

y aún no sepas que sigues conmigo,

al acecho del Minotauro,

 

como Teseo extraviado

en un laberinto de deseo

sin más hilo que las

venas deshilachadas

de Ariadna.

 

Es posible que baje del tren

y tres meses más allá sea verano,

pero aquí llueve, aquí eres,

y he querido decirte algo

con mucha fuerza,

pero mi voz solo ha llorado

esa levedad de lluvia fina

que poseen las tardes de abril.

 

Grecia al revés, todo revuelto,

y Medusa petrificada

por un beso de Perseo,

a los pies del mar de Tracia,

justo al borde de la mancha

de tu camisa de algodón,

donde me sitúo para

contemplar las montañas

de corales adornados

por la sirena Ligeia.

 

Mañana no existe

y la calle de los sueños

tiene ansiedad y un ruido hosco

y han cerrado el bar de siempre.

El presente lo es todo

y todo se hace presente

en este verte doliente

que guarda las ganas de tanto…

 

El alma nos llueve hasta

anegar el secreto hueco

que ha formado el silencio.

Es entonces cuando te siento

y la verdad me trepa

por las piernas

por los huesos

con estalactitas blancas

como cabellos y reímos

en este tiempo sin tiempo

y las musas respiran

 

boca

 

abajo

 

mientras nos queremos.

 

Ana Sánchez Huéscar

 

 

(Fotografía de cabecera, detalle de la escultura «Psique reanimada por el beso del amor», de Antonio Canova)

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