Al cuerpo lo encontramos con mi hermano. El olor fue lo primero que nos llamó la atención. Con una rama sacamos algunas hojas. Imaginamos muerte tranquila. Parecía dormir. Su cuerpo algo duro, hinchado. Mi hermano consideró oportuno el entierro. Lo propuso. Buscamos otra rama y un lugar de tierra blanda. Las manos ayudaron. Con las ramas empujamos el cuerpo. Vi salir un gusano blanco de la boca. La tierra reflejaba el efecto de la acción. Volvimos a usar las ramas para empujar la tierra. Las hojas secas acompañaban. La rama que yo tenía en las manos la partimos en dos para formar cruz. Era lo habitual. Dejamos pasar silencio. Las manos con tierra mostraban algo. Vamos, dijo mi hermano; vamos, respondí. Al llegar a casa mamá nos esperaba con la cena en el horno. Preguntó, explicamos. Aquella noche corrió viento zonda.
Rodolfo Yaz
Triste, pero muy bonito.
Un saludo.
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Te deja inquieto, como el viento. Buen título. Gracias por compartirlo.
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