Voy a escribir una historia, la mejor de todas, la que haga sentido a todas aquellas caminatas entre veredas de largo alcance. Una a una haré letras para mojar, lograr. Si ella me lee o escucha, de seguro lo hará, diagramará un estallido de reacciones y de decirse, a sí misma, lo sabía, vamos. Cómo desarrollar el festejo de todo esto de haber estado en otro tiempo y espacio que tal vez esté sucediendo ahora, en instante de dimensión mutada por allá, más allá. El paso histórico que se podrá leer en aquella historia, se dice, la mejor de todas, ajena a equivocaciones de tono u acción. Los dedos girarán hojas a capítulos que irán haciendo ese algo que, visto a la distancia, servirá para confirmar lo creído distinto. ¿Sucede si se piensa y redacta? ¿Dónde está primero el latido? En aquella historia habrá cafés, dulces, almuerzos en tablas de colores, habrá cabezas apoyadas en hombros que soportan descanso y esas manos blancas que escarban cuerpo o cuerpos. Habrá condimentos de sabores orientales y una risa de saber. El brindis se hará y el ojo la lee, ahora en tiempo, página 87, párrafo medio. Los dos historias son esta y la otra, ausente de materia pero efectiva en neurona. Es todo un paso y paso y vamos haciendo que a esfuerzo y acción se llega. El hallazgo ocurrirá si ocurre. Dicen que ella ya rechazó la historia, abandonó su trama pasadas solo 3 páginas. La creyó ridícula y predecible; lo mismo, dijo. Su cabeza quería opuesto, su corazón eso. Cerró tapa y la historia por leer quedó rezagada de vida y si uno pone atención, la ve, guardada, en ese arrepentimiento eterno por cada negativa. La historia, la mejor de todas, habrá que hacerla. Hay comunión, eso basta. Que los ojos lean.
(Fotografía de cabecera: Justin Rowe)
YUKALI PÁGINA LITERARIA 