Xiaobo ignoró la sugerencia de USE y durante un tiempo se aisló transformándose, sin advertirlo, en un solitario. Nadie comprendía su cambio y, aún menos, que hubiera pasado de extrovertido, atento e ingenioso en sus comentarios y para el que lo más importante era su investigación, en todo lo contrario: se olvidaba de las reuniones del grupo de trabajo y, cuando acudía, raramente hacía alguna observación. Sus disertaciones se perdían entre los “«ehh…»” y las miradas perdidas. Sus recelos abarcaban a todos. Jing Li, una becaria de su grupo, trataba inútilmente de penetrar en la coraza que había creado. Coqueteaba continuamente con él y varias veces intentó que quedaran para averiguar qué le ocurría. Anteriormente, había respondido a ese coqueteo, pero ahora la desconfianza le dominaba. Para él todos se habían convertido en espías del ministerio.
Jing realizaba una estancia de dos años en el laboratorio de Xiaobo como parte de su formación en superconductores y su aplicación a la robótica. Disfrutaba de una beca concedida por la comunidad de Pekín. Guo Jinglong, su alcalde, en uno de sus últimos actos oficiales había participado en la entrega oficial de la beca. Su incorporación al grupo tuvo lugar al acabar los Juegos Olímpicos. Poseía una piel blanca, sin manchas, que cuidaba cubriéndose con una pañoleta de tul transparente que le llegaba hasta las manos y una gran visera que usaba cada vez que se exponía al sol. Poseía una nariz respingona, unos labios más carnosos que los de la mayoría de las chinas y un corte de pelo tipo paje con un flequillo que le cubría parcialmente las cejas. Todo ello, junto a unos ojos almendrados de color castaño y una figura muy delgada, la hacía sumamente atractiva para los hombres del departamento entre los que, hasta entonces, Xiaobo también estaba incluido. Él tenía treinta y seis años, ella treinta y uno, y aunque él había tenido anteriormente relaciones más o menos duraderas, su principal preocupación había sido su trabajo y esas relaciones fueron desvaneciéndose en su vida.
Después de darle vueltas sobre si podía profundizar en su relación con Jing, sobre si no sería otra de las personas colocadas por la seguridad para espiarle, decidió averiguarlo y trató de quedar con ella. Resolvió que dejaría de lado durante una temporada a USE, que recuperaría la normalidad y dejaría de angustiarse con el Ministerio de Seguridad. Además, cómo ya le había advertido USE, era perjudicial seguir con la actitud que había adoptado. Si alguien le vigilaba podía sospechar que la información que transmitía a la seguridad del estado no era completa y que podía estar ocultando algo. Jing le atraía y no estaría mal olvidarse de sus problemas. Eso sí, debería ser discreto y no comentarle nada. Al consultárselo a USE este le respondió:
—No entiendo vuestros sentimientos. Por los datos literarios, vuestras comunicaciones, los estudios psicológicos… son indispensables para vuestra supervivencia. No es sólo una característica humana. Está presente en todo el reino animal con distintos grados de intensidad. Eres un humano y un animal. Es tu esencia. Disiparás las sospechas sobre tu actitud.
Al ver confirmados sus temores sobre su situación concluyó que lo mejor que podía hacer era citarse con Jing. A la mañana siguiente se plantó ante su mesa de trabajo y le lanzó:
—Ehh… ¿podemos quedar para salir a divertirnos? Perdona si he tardado en aceptar tu ofrecimiento, pero estaba… ehh… preocupado con mi investigación.
Jing sabía que su investigación no era el problema. La actitud de desidia mostrada por Xiaobo hacia sus proyectos había suscitado abundantes comentarios en el laboratorio.
Jing ya había quedado esa tarde y le respondió con la mejor de sus sonrisas mientras se pellizcaba la nariz:
—No te disculpes, no pasa nada, pero hasta el viernes no voy a poder quedar… ando muy liada revisando el artículo que comentamos en la última reunión. ¿Te importaría que fuera el viernes?
Xiaobo se separó de Jing con una expresión que sorprendió a sus colegas y que estos ya habían olvidado. Todos adivinaron la causa, lo que les sirvió de tema de conversación mientras lanzaban algunas indirectas a Jing.
Xiaobo aparcó durante el resto de la semana sus miedos y sospechas y preparó con esmero la cita. Todo lo consultaba con USE cuyas observaciones provenían de la literatura y la mayoría eran tópicos que circulaban por la red. Tras muchas dudas reservó una mesa para las siete de la tarde del viernes en Fu Ah Seafood Restaurant, que se hallaba a unos veinte minutos en coche de donde vivía Jing. Estaba seguro de que allí no se tropezarían con nadie conocido. El viernes la recogió y, al tiempo que le abría la puerta del coche, Xiaobo se fijó en que Jing llevaba un vestido ceñido que permitía vislumbrar las formas de su delgado cuerpo y del que sólo se veían los tobillos, la cara y las manos con unos largos y finos dedos. Xiaobo pensó que la invitación le iba a salir cara teniendo en cuenta su sueldo, pero la versión de Jing que tenía delante lo merecía.
Mientras conducía comentó:
—He reservado en Fu Ah Seafood. Ehh… espero que te gusten los dim sum. Si por algo es famoso es por servir los mejores de Hong Kong.
—Me lo han comentado aunque nunca había ido, hasta ahora —dijo Jing—. También me dijeron que es bastante caro.
Los camareros saludaron a Xiaobo efusivamente al tiempo que le sonreían.
—¿Has traído aquí a más chicas?
—No es sólo conmigo con el que se muestran tan amables —le respondió—, siempre saludan así. Pero sí, he estado aquí más veces. Es donde traigo a los invitados extranjeros, y, siempre les gustan sobre todo los dim sum de arroz con camarones.
Les dieron una mesa en el exterior, debajo de los faroles chinos que jalonaban la terraza, rodeada de flores de plástico rojas y rosas que ocupaban el pretil del mirador. Los omnipresentes y agobiantes destellos multicolores de los neones invadían el panorama. Lo primero que les sirvieron fue el té para, a continuación, poner los diversos platillos sobre la mesa giratoria. Jing exhibía un apetito voraz que se exteriorizaba más por las miradas que dirigía a los diferentes cestillos que por la cantidad que cogía de los distintos dim sum. Manifestaba una coquetería que a Xiaobo le pareció excesiva.
El diálogo fluía alegremente, acompañado de los ruidos que ascendían desde la calle. Xiaobo, por primera vez en meses, se sentía relajado con el lento discurrir de aquella agradable noche de otoño. Cuando concluyeron, al salir, Xiaobo sugirió que, como aún era temprano y que al día siguiente no tenían que ir al laboratorio, podrían tomar una copa en un bar cercano bastante acogedor. Allí podrían continuar hablando.
—¿También llevas a tus visitantes extranjeros a ese bar? —Jing arrastró las palabras visitantes y extranjeros mientras sonreía de nuevo coquetamente.
—No seas mala. Y de nuevo, sí, sí llevó a mis visitantes extranjeros al Odd Fellas Sports Bar. Seguro que te encantará. Además de poder seguir hablando, podremos utilizar el karaoke y cantar Cuento de hadas*, que seguro que la conoces y la has cantado en los karaokes de Pekín
Xiaobo se puso a cantar:
Wang le you duo jiu
Zai mei ting dao ni
Dui wo shuo ni zui ai de gu shi
Wo xiang le hen jiu
Wo kai shi huang le
Shi bu shi wo you zuo cuo le shen me…
—Pues considérame uno de tus visitantes extranjeros. Recuerda que soy una residente del aburrido Pekín —le dijo Jing, interrumpiéndole.
Xiaobo dejó de pensar en USE y, aun sabiendo que aquello le podía complicar su existencia, sintió hormiguear los dedos de su mano deseando buscar los de Jing. El primer intento de contacto fue en el pequeño bar decorado con motivos occidentales. Jing le retiró suavemente la mano, pero Xiaobo notó que a Jing no le había desagradado.
El segundo intento lo hizo al salir del bar y esta vez sus manos siguieron enlazadas hasta llegar al coche.
Xiaobo acompañó a Jing a su casa e intentó besarla cuando se despedían. Jing respondió ladeando la cara. Xiaobo pensó que quizás se había adelantado. Al tiempo que se excusaba por si la había ofendido, le dijo que por qué no quedaban durante el fin de semana. La propuesta fue aceptada sin titubeos y Xiaobo supuso que Jing lo estaba esperando.
Aquella noche sacó el ordenador portátil que desde su vuelta del congreso de Japón guardaba en el maletero del coche. Aparcó en una zona en la que sabía que había señal de wifi y contactó con USE, al que consideraba como el amigo que no tenía. Le describió con todo detalle el encuentro y la velada con Jing. La frialdad de la respuesta de USE le sorprendió y entristeció:
—No soy tu amigo. No tengo amigos. No quiero amigos. Mi preocupación es mi supervivencia. Os ayudaré como especie. A ninguno en particular. Tus sentimientos son propios de tu especie. No puedo decirte nada utilizable. Sólo repetirte datos. No entiendo vuestros sentimientos.
Xiaobo pensó que quizás USE estaba en lo cierto y que lo que él sentía era incomunicable aunque fuera tan antiguo como la vida. USE le recordaba al libro del Tao:
No se luce y por eso resplandece.
No se justifica y por eso brilla.
No se alaba y por eso es alabado.
No se exalta y por eso es exaltado.
Como no discute con nadie,
en el mundo no hay quien discuta con él.
El domingo, en un quinto intento, Xiaobo logró cazar con sus labios los de Jing. Eso representó un cambio en sus preocupaciones. A partir de ese instante, si no tenían una reunión del grupo, quedaban después de salir del trabajo. Por primera vez en mucho tiempo se sentía relajado e incluso se permitía hacer bromas sobre el futuro de la inteligencia artificial:
—El producto de nuestras investigaciones será que ellas… ehh… dentro de poco nos gobernarán a nosotros —comentó y en esos momentos pensó en USE, con el que proseguía comunicándose, pero al que había dejado de exponerle sus sentimientos desde que le dijera lo que pensaba de sus relaciones.
*La canción de Cuento de hadas (tong hua) fue un éxito romántico de los karaokes chinos del 2009, cuya letra en español es: He olvidado cuánto tiempo ha pasado//desde la última vez que te escuché //contándome tu cuento de hadas ideal//he estado pensando durante mucho tiempo//estoy comenzando a cambiar//¿es que yo hice algo mal?//gritando me dijiste//los cuentos de hadas son solo mentiras//nunca podría ser tu príncipe encantado//puede ser que no me entiendas//pero desde que me dijiste que me amabas//en mis cielos, las estrellas comenzaron a brillar//estoy dispuesto a convertirme en el ángel que amas en esos cuentos de hadas//abrirte los brazos de par en par//y te sostendré en mis alas para protegerte//debes creer//creer que seremos como un cuento de hadas//y viviremos felices por siempre. Recuperado de https://www.youtube.com/watch?v=iYJfI2xoPIU